Dedicamos tiempo a inculcar valores, tiempo a desarrollar las capacidades más intelectuales de la persona, al ocio y al deporte. Sin
embargo, ¿Cuánto tiempo dedicamos a trabajar las emociones?
Exigimos a los niños que se controlen, que solucionen sus conflictos pacíficamente, que tengan comportamientos apropiados y que expresen lo que sienten para que nosotros nos enteremos. No obstante, ¿Les enseñamos a aprender a reconocer lo que sienten? ¿Les enseñamos a expresar sus sentimientos tal y como se lo exigimos? ¿Les damos opciones para que expresen lo que sienten y herramientas para que aprendan a controlarse? O ¿solamente exigimos resultados sin enseñarles el camino para conseguirlo?